Eres
un hombre
displicente.
son las únicas palabras que siempre resuenan en mi cabeza con tu voz.
y me da pena pensar
que hay por lo menos cuatro mentiras en esa frase.
Eres
un hombre
displicente.
son las únicas palabras que siempre resuenan en mi cabeza con tu voz.
y me da pena pensar
que hay por lo menos cuatro mentiras en esa frase.
Te envidio tanto hombre que mira hacia el frente
te envidio tanto a ti, a ti entre tanta gente
con tu habilidad absurda de dejar lado
lo que pasó, ya fue, el pasado.
Te envidio tanto hombre de mala memoria
con tu idiota incapacidad de olvidar historias
y no darle más importancia a lo que ha sido
cuando te despides, y te vas, de verdad te haz ido.
Te envidio tanto hombre sin poesía
y a tu mente sin pena de lo que fue ni curiosidad por lo que sería
tu adios es adiós y honras tu hasta luego
envidio tanto que seas mejor que yo en este juego.
Te cambio de zapatos por cinco minutos
y veamos de quién son más dulces los frutos
y entenderás porqué escribo lo que escribí
y quizás después tú me envidies a mí.
Cómo se supone que deje de fumar
si el olor a cigarro es lo único que me queda de ti
y tu perfil grabado en mi memoria
viéndote perdida en el mar perdiéndote en las olas.
Cómo se supone que deje de fumar
si un cigarro fue lo último que compartimos
tú pidiéndome que me quede
y yo despidiéndome para siempre.
Y no hay día que no me arrepienta.
El cigarro revive tus labios
y es como tenerte una vez más
al lado mío
como siempre debió haber sido.
y como nunca
debió dejar de ser.