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jueves, 18 de noviembre de 2010

El escritor de la casa antigua y el tintero vacío. Parte I.

Hace mucho tiempo en un pueblo lejano
Vivía un solitario y excéntrico anciano
Con barba larga y un sombrero, de esos que dan miedo
Ropas de antaño y un anillo en el dedo.

Su cara denotaba experiencia y melancolía
de aquellos días que murieron y de esos que ya no volvían
Sus labios secos reflejaban la longeva sed
de esos besos que nunca fueron, pero que debieron ser.

Y en su estante, libros de historia, poemas y una foto
Que son las cosas que atesora un hombre de corazón roto
En su escritorio, hojas, plumas, café, y un tintero vacío
Que es como escribe un viejo de labios sombríos.

Todas las noches se sentaba a ganarse el pan
escribiendo de las cosas que pasaron, y de las que ya no pasarán
Recordando su juventud y esos tiempos mejores
la niña de cabello rojo, recuerdos abrazadores.

Su vida, triste y solitaria lo habían vuelto famoso
pero él no quería fama, sólo reposo
Su manera tan original de ver el mundo
y sus comentarios sublimes, originales, profundos.

Codiciado entre las mujeres, y uno que otro caballero de estrafalarias mañas
Pero despertando sólo las últimas veintiún mil novecientas treinta y ocho mañanas
que es lo que dura la vida de un hombre promedio
Quien promediamente jamás encontró el amor y el consuelo.












1 comentario:

  1. oh Dios, recuerdo haberme hecho tu seguidora, pero no he vuelto a ver tu blog (en realidad sí, pero.. no cuenta, porque me lo han mostrado). Es posible que sea muy sensible, pero el hombre del que hablas en esta historia me ha conmovido.
    Sigue escribiendo, lo haces bien.

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