Soy un hombre del siglo veintiuno
y me avergüenzo de la poesía
pero la necesito, un poco más
de lo que ella me necesita.
No sé amar sin observar detalladamente
ni querer incondicionalmente
las redes sociales condicionan mi confianza
no es amor sin likes de por medio.
Soy un hombre renegado, del siglo veintiuno
y no me avergüenzo de mi poesía
la métrica y la rima ya no se llevan como antes
la verborrea predomina en mis pensamientos.
No soy paciente, me gustan las cosas instantáneas
y he visto las estrellas dos, quizás tres en mi vida
las luces de las ciudades encandilan mi juicio
y la luz de la tele opaca las luces de las velas.
Soy un hombre promedio del siglo veintiuno
y combato la depresión con paquetes de veinte
compro felicidad en forma de pastillas
aunque generalmente me la tomo desde la botella.
Me tiemblan las manos y las piernas
cuando dejo de saber de ti por un par de horas
tengo toda la información del mundo en mi bolsillo
y no se me ocurre nada que hacer con ella.
Soy un hombre del siglo veintiuno
y no debí vivir en este siglo.
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