La lluvia paró en el cielo
cuando comenzó en mis ojos
tus manos eran lo único que tenía
y te las llevabas.
A veces confundo tu silueta
y me doy cuenta al díá siguiente
nunca eres quien estoy buscando
jamás pude ahuyentar tus labios.
Sé que ahora soy una anécdota
en el preludio de tu matrimonio
aunque sé que a veces suspiras
y te acuerdas de mis manos
cuando las tuyas no son suficiente.
Probablemente él te ame más
y tú lo ames como nunca haz amado
pero mis dientes en tu piel te recordarán por siempre
jamás tendremos lo que solíamos tener
uno
con
el
otro.
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