mientras los colores se hacían paredes
regálame un verso te rogé delirando
y me lo diste como un beso intangible
mirando unas manos ajenas que estaban frente mío
haciéndole el amor a la verborrea de mi cabeza
te grité como si te tuviera al frente
como si aún existieras fuera de mi mente.
Déjame tranquilo un rato, te supliqué
este viaje me lo tenía que pegar solo
y te subiste de polizona agarrada de la cola
de los poemas que aún te debo
de la punta de mis dedos
de las tardes en stand by
y de ese goodbye
que jamás fue del corazón.
Volviendo a mis cabales, solo, tranquilo
me miré al espejo y entendí
"La extraño.
La extraño más que la chucha".
estaba muy drogado cuando escribi esto
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