El buen suicida.

Todos los viernes en la tarde compraba una cuerda nueva
pero ninguna se sentía bien amarrado a su cuello
y quería morir lo más cómodo posible.
Los miércoles en la mañana, dependiendo del clima,
cargaba su pistola y desactivaba el seguro
pero no tenía la fuerza para apretar el gatillo
Los lunes en la noche, casi siempre después de las noticias
planeaba tomarse mil aspirinas y terminar con todo
pero después de las primeras 3 empezaba a sentirse mejor.
El buen suicida era un buen suicida
porque aunque nunca se suicidó
jamás le contó a alguien que lo intentaba por lo menos
tres días a la semana.

Yo, tú, él, ella - él. (no le importante)

él era un hombre muy oportuno
y el tipo más afortunado que conozco
su nombre también cambió muchas veces en el tiempo
pero eso jamás fue lo importante.
Jamás tuvo la culpa de nada
porque llegaba siempre cuando la leche estaba en el suelo
saltaba el charco y se llevaba el vaso.
Él lo odiaba de hombre a hombre
y lo odió varias veces pero cada vez más intenso
más de una vez se llevó un golpe
pero jamás recibió su merecido.

Yo tú él y ella - Ella.

Ella tuvo varios nombres en la historia
a veces de cinco letras, otras de nueve
sus ojos a veces eran café
y otras veces grises.
Pero había algo que nunca cambiaba
decía te quiero dándole la espalda
y tomando una mano que sabía
no era la correcta
pero sin hacer nunca nada al respecto.
De vez en cuando volteaba la miraba
y con tristeza imaginaba lo que pudo haber sido
y con nostalgía pensaba que le gustaba
pero no hacía nada al respecto.
Jamás fue una persona muy proactiva
y en cuanto al corazón rayaba en el mediocre
 en lo cruel y en lo insano
vivió su vida apegada al incorrecto
y con miedo a volver del todo. 

Y al final, en lo único que estábamos de acuerdo
es que algo no andaba bien con nuestros corazones
y no éramos ni la causa
ni mucho menos la cura.

Te extraño,
porque no sé hacer otra cosa
no sé tenerte
no sé buscarte
sé extrañarte
y soy bastante bueno en lo que hago
te extraño así como extraño
a esa que extraño un poco más
bastante más
pero ya no tanto
y en la costumbre de extrañarte
no sé tener  otras cosas
no sé buscar otras cosas
quiero aprender
pero te extraño
y es suficiente.

Me gustaría odiarte
pero no te odio.
Y así, como en la rutina
leía y leía las cartas
no tan cartas
mensajes
que no debería estar leyendo
y quiero odiarte
pero no te odio
y pienso;
él es un hombre afortunado
el es un hombre muy afortunado.

Lo que casi fue, casi.

Es mucho tiempo

Imagínate tú la nostalgia

Y la pena, aunque no mucha, considerable

Que me da al hablar de proporciones

Y reglas de tres simple

Si en dos días nos sentimos

Como después de veinte años

Hace veinticinco mil doscientos treinta y dos meses, y contando

Que son algo así como dieciocho millones ciento sesenta siete mil cuarenta horas

Que te extraño, no poco, pero no tanto.

Y eso es mucho tiempo.

Te pido perdón de antemano
por las cosas que sucederán de aquí en adelante
pero para ser honestos y lo más
claro posibles
es tres cuartos culpa tuya y un octavo del destino
que te quiera así como te quiero
y la responsabilidad que acepto
por honor y respeto a las buenas costumbres
no escapa del hecho de ser simplemente
y como cualquier otra persona
que además de tener ojos
es hombre.

Y si respondo que te extraño

cuando dices que me extrañas

Es, linda, por protocolo

y algo de respeto

Por el cariño que te tenía

y no hacerte sentir lo que sentía

cuando decía te extraño

y tú decías; gracias.

Experiencia.

No hables con extraños, decía mi mamá
y mi abuelo se reía
y con su risa yo sabía
 que así conoció a mi abuela.

Leo sobre ti una vez por semana
me dijo como avergonzada mirándo hacía el suelo
yo un poco más seguido, respondí
mientras buscaba sus labios con una sonrisa en la cara.

Creo que sí eres tú.

Es que las primeras cinco letras de tu nombre
No son las correctas
Y las demás están de sobra.

Se da vuelta.

Y tú mirabas la arena
yo miraba el mar
que era no querernos
y ambos reíamos por lo incómodo
No nos miramos a los ojos
Mientras yo pensaba, necesitas quererla
tú me hablabas sobre lo mala que eras
nos saludamos con un beso en la mejilla
que caminaba hacía ti
no me di cuenta
cuando caminé hacía ti.

El pequeño poeta.

El pequeño poeta odiaba las rimas
y jamás se ganó el corazón de una niña
pero vivió feliz, atento a los árboles
a las olas, y a las nubes.
Hasta que lo atropelló un camión
Porque nunca prestaba atención a los camiones.