Buscar este blog

miércoles, 14 de agosto de 2019

El hombre que caminaba de espaldas.

El hombre que caminaba de espalda
aprendió a caminar así para seguir avanzando
y no quedarse estancado en su vida
aunque a menudo se tropezaba 
porque eso pasa cuando caminas de espalda.

El hombre que caminaba de espalda
aprendió a caminar así para seguir viendo el pasado
y no despegarse jamás de de su momento más feliz
aunque siempre le dolía el cuello, cuando miraba hacía adelante
porque eso pasa cuando caminas de espalda.

El hombre que caminaba de espalda
aprendió a caminar así porque tenía miedo
de que el paisaje nuevo no fuera tan lindo como el antiguo
aunque se perdió de un montón de cosas hermosas
porque eso pasa cuando caminas de espalda. 

El hombre que caminaba de espalda
murió prematuramente
sin conocer mucho más de la vida
porque eso pasa
cuando caminas de espalda.

jueves, 1 de agosto de 2019

Esto no es un poema.

Avísame si algún día.


El otro día hablando con un amigo me dijo que, literalmente, lo peor que le había pasado en  en su vida fue enamorarse de una mujer que jamás lo vio como algo más que un amigo, y no he podido parar de pensar en eso, no he podido parar de pensar en ti desde eso. Voy a escribir esto acá por dos razones, hace mucho tiempo que no he podido escribir algo parecido a un poema porque no me nace, y porque espero que si algún día, no sé, me extrañas, y entras acá para ver qué es de mi vida (porque seamos honestos, esto, es lo que está pasando en mi vida, no otras redes sociales), puedas leerlo, porque, aunque creo que jamás tendré la oportunidad (ni la valentía, aunque de esto ya no estoy tan seguro) de decírtelo a la cara.   

Nunca tuve la cortesía de agradecerte, nunca tuve el coraje de pedirte perdón, espero que esto sirva de alguna manera. No sé si has ido al psicólogo, no sé si han ido al psicólogo (por si alguien más está leyendo esto, si llega a esta carta probablemente más de alguna conexión hemos tenido en algún momento, así que en verdad no me molesta que lo lean otras personas), bueno, la cosa es que el psicólogo como que siempre recomienda escribir cartas diciendo lo que sientes a ciertas personas que pueden o no haberte hecho daño, pero te recomiendo nunca mandárselas, y yo encuentro que si bien en el 99% de los casos es cierto, hay un mínimo de veces en que las personas, si es que pueden, deberían leer esas cartas, aunque no te quieran dar su perdón, uno igual tiene que ofrecerlo. Esta es tu carta (aunque jamás lo hice porque soy más de poemas). 


Perdón, hace mucho tiempo que te quería pedir perdón, perdón por sacarte de mi vida tan abruptamente, tan sinrazón, tan repentino, me encantaría echarle la culpa a los antidepresivos, que solo algunas personas sabían que me estaba tomando, y se acabaron tan repentinamente, me encantaría decirte que fue un decisión madura y poco egoísta, que lo hice porque sentía que ambos nos estábamos estancando estando juntos, tú porque sabías que si tenías a alguien en tu vida, me iba a alejar, y yo porque mientras no me alejara no podía tener a alguien más en mi vida, me encantaría decirte un montón de cosas que fueron más o menos ciertas, pero no puedo, porque sería una mentira, fue una decisión impulsiva, caótica, triste, no era yo, o quizás sí, sí lo era, pero no era ni de cerca, mi mejor momento, tú no te merecías mi peor momento. Perdón, por no considerar tus sentimientos, jamás pude entender que me querías, pero no de la misma manera, sé bien que lo que teníamos, aunque no lo que me hubiera gustado, era bacán, de una y varias maneras, convencerme que a ti no te importaba era la mejor manera de vivir sin tu presencia. 

Cuando me fui, no me fui porque no te quería, al contrario, aún te quiero, más de lo que me gusta admitir, suficiente para tener aburridos a mis amigos después del cuarto whisky (porque soy un hombre con clase), tengo que admitir que eres la primera persona a la que quiero de esta manera (muy arjona o no), creo que eres la primera persona a la que quiero de verdad, porque no sabes lo feliz que me hace, enterarme, paulatinamente, de que estás bien, me encanta que estés bien, aunque yo no sea parte de eso, no puedo evitar pensar que eso es en parte porque no soy parte de eso, y me hace sentir un poco mejor. Ahora, no me malentiendas, no sé si sigo enamorado (voy  a usar esta palabra para intensidad poética y porque en el fondo, sé que es correcta) de ti, no sé, no creo, yo sé que he cambiado, Dios sabe que he cambiado, quizás tú también lo hayas hecho, sigo enamorado de la sensación que me producías, y me encanta estarlo, no te voy a mentir, me encanta saber que yo, soy capaz de sentir esto, de una manera desinteresada, unilateral, honesta. Aprendí, quizás a la mala, que no vale la pena querer de otra manera. No quiero volver a querer de otra manera. 

En fin, no sabes cuánto me demoré en escribir esto, quizás años, pero hoy es un día especial, tú sabes porqué, te felicito eh, debe ser un día maravilloso. Y cosas han pasado, muchas cosas, que me han hecho apreciar un poquito más el momento, y no quería que, si algo le llegara a pasar alguno, nunca haber podido decirlo, quizás cuánto tiempo pasará hasta que lo leas, si es que algún día decides darte una vuelta por acá de nuevo.

No he podido parar de pensar en lo que me dijo mi amigo, porque de verdad es de las cosas más maravillosas que me han pasado en la vida, yo creo que de verdad él no se ha enamorado, el ego puede hacer cosas maravillosas, horribles, pero maravillosas. Una vez me dijiste, que no había nada que no pudiera decirte, espero que aún sea válido.

Oye, felicidades. 

Avísame si algún día
no sé, me extrañas.